SÉ BIENVENIDO



Carpe Diem! Aprovecha el día. No dejes que termine sin haber crecido un poco, sin haber sido un poco más feliz, sin haber alimentado tus sueños. No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho de expresarte, que es casi un deber. No abandones tus ansias de hacer de tu vida algo extraordinario... No dejes de creer que las palabras, la risa y la poesía sí pueden cambiar el mundo... Somos seres humanos, llenos de pasión.

La vida es desierto y también es oasis. Nos derriba, nos lastima, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia... Pero no dejes nunca de soñar, porque sólo a través de sus sueños puede ser libre el hombre. No caigas en el peor error, el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso.

No te resignes... No traiciones tus creencias. Todos necesitamos aceptación, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos. Eso transforma la vida en un infierno. Disfruta el pánico que provoca tener la vida por delante... Vívela intensamente, sin mediocridades. Piensa que en ti está el futuro y en enfrentar tu tarea con orgullo, impulso y sin miedo. Aprende de quienes pueden enseñarte... No permitas que la vida te pase por encima sin que la vivas...

Walt Whitman

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sábado, 18 de abril de 2009

The Joshua Tree

En 1987, el grupo irlandés U2 sacó su quinto elepé, titulado The Joshua tree (El árbol de Josué). Contenía canciones tan legendarias como With or without you (Con o sin ti), Where the streets have no name (Donde las calles no tienen nombre), o I still haven't found what I'm looking for (Todavía no he encontrado lo que estoy buscando). En la contraportada aparecía una especie de árbol de ramas retorcidas que pronto se convirtió en un icono tanto por su extraña forma como por su nombre de talmúdicas resonancias. Lo que quizá muchos no supieran entonces es que el símbolo del disco es un rarísimo vegetal que sólo crece en una de las regiones más áridas y desoladas del planeta, a caballo entre dos enormes desiertos norteamericanos: el del Colorado y el del Mojave.


Cuentan que el nombre se lo dieron unos mormones que peregrinaban desde Nevada. Cuando, agotados y sedientos, lo vieron con sus brazos implorantes elevados al cielo, su extraordinaria imagen les recordó a Josué, aquel profeta que consiguiera llevar a los hebreos hasta Israel, la Tierra Prometida, después de la muerte de Moisés en el camino. El nombre científico es algo menos evocador. Yucca brevifolia, de la familia de las agaváceas (una variedad arborescente de la pita). Su tronco es fibroso y sin anillos, por lo que resulta difícil medir su edad exacta. Son árboles demasiado ambiciosos; nacen rectos, pero cuando maduran extienden sus gruesas ramas lejos de sí, mas sus raíces son demasiado débiles para tanto arrojo. Muchos se retuercen y mueren vencidos por su propio peso. Quedan secos y quebradizos, como si sufrieran la cólera de un dios vengativo que les robara la savia. Sin embargo, también entre ellos hay elegidos. Algunos han sobrevivido más de 200 años alcanzando los 13 metros de altura.

El País.


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