Busto del Dios Jano, Museo del Vaticano
Ahora que comienza un nuevo año lleno de propósitos y buenas intenciones, es un buen momento para recordar el porqué de algunas costumbres y tradiciones.
Durante el Siglo I, el emperador Romano Julio César confeccionó un nuevo calendario, conocido como el calendario Juliano. En dicho calendario se dedicó el primer mes de éste al dios Jano (en latín Janus) que es, en la mitología romana, un dios que tenía dos caras mirando hacia ambos lados de su perfil.
El nombre para el primer mes del año, también vino de Julio César. El le dio al primer mes del año el nombre de Janus, en honor al dios Janus, considerado por los romanos el “dios de las puertas y los portales”. De ahí viene el nombre January en inglés o Januar en alemán, por ejemplo.
Jano era el dios de las puertas, los comienzos y los finales. Por eso le fue consagrado el primer mes del año (que en español pasó del latín Ianuarius a Janeiro y Janero y de ahí derivó a Enero). Como dios de los comienzos, se lo invocaba públicamente el primer día de enero (Ianuarius), el mes que derivó de su nombre, porque inicia el nuevo año.
Se lo invocaba también al comenzar una guerra, y mientras ésta durara, las puertas de su templo permanecían siempre abiertas; cuando Roma estaba en paz, las puertas se cerraban.
Los romanos creían que Janus era el dios que cuidaba las puertas del cielo y de la tierra, por eso lo pintaban sosteniendo en su mano derecha una gran llave con la que puede cerrar la puerta del viejo año y abrir las puertas del nuevo. También a Janus se lo pintaba sosteniendo un cetro en su mano izquierda, como un símbolo de su poder.
"Se le representa teniendo una llave en una mano, y en la otra una vara, para indicar que es guardián de las puertas y que preside los caminos."
Debido a que los portales se abren hacia adentro y hacia afuera, Janus miraba con una cara atrás hacia el año viejo y con la otra hacia el año nuevo. Para el primero de Enero los romanos celebraban a Janus con un gran festival. Frente a las grandes puertas del templo edificado a su nombre, los romanos se divertían, se alegraban y hacían grandes procesiones en su honor. Regalos especiales eran traídos al emperador en esa fecha, con los deseos de buen augurio. También se intercambiaban regalos entre los amigos. De aquellos tiempos nos llega a nosotros la costumbre de dar regalos y desear buena suerte para el “Año nuevo”.
Aprovecho la ocasión para recomendar la última película que he visto, “The Tourist” donde Elise (Angelina Jolie) lleva un brazalete con el símbolo del dios romano de las dos caras, Jano, un regalo de su madre, y un recordatorio de que: “…Todo el mundo tiene dos caras y en algún momento debemos abrazar a ambas en alguien a quien amamos".