Parece algo enigmático, pero no lo es. Los expertos aseguran que el deseo no es ciego. Según psicólogos y sexólogos, en apariencia, la gente se atrae, se repele o se ignora por razones que no siempre se acierta a definir. Pero, el deseo tiene un fuerte componente mental. No existen reglas fijas que indiquen por qué deseamos a alguien. Entran en juego desde el factor genético hasta el aprendizaje sentimental.
Cada persona va diseñando una imagen fruto de diversos factores: por un lado, una predisposición genética; por otro, el modelo educativo que adquirimos en el entorno familiar y social, y finalmente, el filtro cultural. Es una proyección, un entramado subjetivo que nos lleva a desear a alguien que nos gusta. Aunque a veces al conocer a esa persona nos deja de gustar.
En ocasiones incluso se desea a alguien por razones directas: la sensación profunda de que alguien nos hace sentir bien.
Los psicólogos consideran que las características emocionales del sujeto determinan en buena parte el objeto de deseo. Pero, desde el punto de vista físico, el nivel de testosterona es decisivo. También en la mujer. En el hombre, este nivel es bastante estable, mientras que en la mujer hay fluctuaciones: la influencia hormonal se nota más durante la ovulación.
Hay que sumar, además, el nivel de autoestima y el equilibrio afectivo. Si alguien se siente seguro, selecciona más. Pero si se encuentra en un momento delicado, más inseguro, está más receptivo, y su abanico se amplía. Los filtros culturales y religiosos también son muy importantes. Hay un abismo entre una europea y una afgana a la hora de expresar su deseo. Por otra parte, la mayoría de las religiones ejerce un efecto restrictivo, pero hay que distinguir entre espiritualidad y religiosidad.
El deseo va más allá de la atracción física. A veces nos motiva especialmente el olor, la sensación de bienestar y confianza que nos inspira esa piel en particular; todo eso que llamamos “química". Los expertos han estudiado el lenguaje de la intimidad. Hay mujeres que encuentran más erótico besar durante largo tiempo a su pareja que emprender acciones sexuales más explícitas. Los besos ayudan a liberar endorfinas, encargadas de generar bienestar y relajación. Cuando se está enamorado se segrega oxitocina (la hormona que permite la dilatación en el parto y la lactancia, a la vez que se la relaciona con la excitación sexual).
El deseo cumple, además, una función, la de reequilibrar algo de lo que carecemos. Ése es el motor de muchas fascinaciones aparentemente contradictorias. Ella es ejecutiva de éxito, y él, un bohemio. ¿Por qué se han elegido? ¿Por qué perduran? No siempre son tan desiguales esas parejas que consideramos flor de un día. Quizá los sueños íntimos de esa ejecutiva se acerquen a una vida más bohemia. Y él tal vez aspire a una vida ordenada. Algo que no es aplicable a todas las ejecutivas, desde luego, ni a todos los bohemios.
Hombres y mujeres siguen respondiendo aún a patrones distintos: el varón tiende a desear a muchas, cuantas más mejor, por aquella razón ancestral de dejar su impronta. Mientras la mujer sigue seleccionando pocas parejas y de calidad, tanto para ellas como para sus hijos. Aunque este viejo esquema está cambiando.
El deseo de amar y ser amado está ahí, es algo visceral, una búsqueda activa del otro. No podemos escapar a esta ley de la naturaleza, aunque seamos capaces ya de tomar decisiones y de no enfocarlo a la procreación. Podría decirse que se está programado para desear. Aunque no siempre encontremos el objeto de deseo soñado o no entendamos por qué nos resulta deseable y hasta irresistible alguien que no coincide con nuestro ideal físico o social. La mujer sigue buscando un hombre no dominante, pero sí fuerte. Y los hombres, belleza o sumisión: todavía muchos piensan que si ella es servicial, cuidará mejor de los hijos.
El deseo es un motor para conseguir amor, y otras cosas. Hay expertos que aseguran que las mujeres en periodo fértil se interesan por hombres con marcados rasgos masculinos. Mientras que en otras fases del ciclo menstrual el aspecto físico no es tan determinante.
Muchos estudios responden a viejos estereotipos sexuales. Pero al final, es el cerebro el que interpreta este flujo de información fisiológica que le llega y desencadena a tiempo una sucesión de pensamientos e imágenes.
¿Por qué deseo al final a quien no es mi tipo? En parte, porque se conoce a esa persona en un momento de mayor apertura o cuando se está más activo. O, por el contrario, bajo una sensación de fracaso o de ilusión. También hay quien fantasea y se engancha en función de sus propias necesidades, poniendo en marcha una estrategia para lograr que esa persona se comporte del modo que espera. Aunque al final, se da cuenta de que no tiene que ver consigo y que lo importante era el juego.
Cuestión de aroma
Nuestro cuerpo produce unas sustancias químicas llamadas feromonas que nos inclinan al bienestar y al encuentro con los demás. Mucho se ha especulado en las últimas décadas sobre su papel en el deseo sexual. Los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Ángel Guerrero y Carme Querol, pioneros en el estudio de las feromonas en insectos, aseguran que "existen evidencias claras de que hay hormonas que regulan ciertos comportamientos en humanos". Aunque se muestran cautos. Consideran arriesgado "extrapolar a los humanos el papel que las feromonas de insectos juegan en el comportamiento y reproducción de los mismos". De cualquier modo, creen que sí son determinantes en la atracción sexual. Aunque, recuerdan, "el hombre y la mujer, a diferencia de los animales que se comportan en base a su instinto, nos controlamos más desde un punto de vista racional".
Los especialistas cuentan que se han comercializado ya perfumes con lo que llaman hormona masculina y hormona femenina. Estas hormonas se han obtenido de las axilas y son aparentemente percibidas por un órgano olfativo denominado órgano vomeronasal (VNO). "Es probable que estas hormonas actúen como un agente de atracción complementario a otros que también utilizan los animales en la naturaleza, como la visión, el sonido, etcétera. En ese sentido son un factor más en el proceso de atracción sexual y reproducción en humanos. No en vano, el amor es un fenómeno complejo en el que juegan muchos parámetros además de las propias feromonas", agregan.
Lo que sí se ha contrastado es que el bebé reconoce a la madre a los pocos día de nacer y, viceversa, la madre puede discriminar el olor de su pequeño frente a otro de la misma edad a través de alguna prenda que haya vestido previamente.
INMACULADA DE LA FUENTE 08/01/2010 (El País)
2 comentarios:
No sé si será verdad...supongo que sí... pero haciendo repaso mental, creo que me he saltado todo el protocolo...En mi caso no veo patrones de comportamiento repetitivos...siempre he tendido más a proteger que a sentirme protegida... y jamás me he enamorado de alguien a simple vista...no sé...si bien es cierto que después me doy con intensidad, al principio no soy demasiado expresiva ni confiada...ni me acerco a alguien por lo guapo. Tengo que conocer a la persona... y cuando la conozco ya no la cambio. Solamente una vez he amado y fue para siempre.
Un besito.
Hola Meridio! muy ilustrativa la imagen de King Kong jajajajaja
Bromas a parte, está claro que aquello que llamamos "química" existe (al menos según mi experiencia) y no solo a nivel de pareja, sino con el círculo de amigos o conocidos que nos rodean. Ciertas personas te producen rechazo y con otras te sientes bien. Me pareció interesante leer que cuando estamos vulnerables o bajo de estima somos menos selectivos.
Fíjate que yo lo extrapolo a nuestro mundo blogero y pienso que incluso cuando escribimos (que es el medio del que disponemos) reflejamos nuestro estado de ánimo, nuestros gustos e incluso nuestro rechazo o afecto a la persona que está al otro lado, con signos ortográficos o manera de. La forma de escribir también nos delataaaa en esto de la química entre individuos que no se conocen en persona, ¿no?
Y a lo que decía el artículo sobre los factores que pueden influir, me ha hecho recordar que "en otra vida" jajaja yo me entiendo..., estaba estudiando una asignatura de Psicología en la UNED (Antropología: muy muy interesante) que hablaba de esto mismo. Una persona no es así porque sí, en su vida, en nuestra vida, influyeron muchos factores (nuestro entorno) socio-económicos y genéticos, pienso. O como diría Ortega y Gasset: EL HOMBRE, ES EL HOMBRE Y SUS CIRCUNSTANCIAS. Fantástico.
Un saludo. Cuídate. Pitu.
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