Posteriormente pasó a la mitología griega clásica como una de las Oceánides (hijas del dios Océano y la titánide Tetis).
Sin embargo su nombre significa "amplio gobierno", por lo que su etimológia apoyaría la afirmación de que era la Diosa Madre para los pelasgos.
Eurínome habría sido la creadora de la serpiente Ofión, (Όφίων, ‘serpiente’) hasta que éste la ofendió pretendiendo ser el creador de todas las cosas y ella lo arrojó a las oscuras cavernas situadas bajo la Tierra (lo que luego se llamaría el Tártaro).
Sin embargo, versiones posteriores eliminan el destierro de Ofión por parte de Eurínome y cuentan que ambos reinaban juntos en el Olimpo hasta que fueron desterrados por Rea y Cronos.
Esta última versión habría sido bastante popular en la poesía órfica:"Cantaba cómo la tierra, el cielo y el mar, una vez mezclados en una única forma, fueron separados unos de otros tras una disputa mortal, y cómo las estrellas y la luna y los caminos del sol no mantuvieron su lugar fijo en el cielo, y cómo las montañas se elevaron, y cómo los estrepitosos ríos con sus ninfas fueron creados, con todos los seres vivos. Y cantaba cómo en primer lugar Ofión y Eurínome, hija de Océano, tuvieron el dominio del nevado Olimpo, cómo por la fuerza cedieron su lugar a Crono y a Rea, y cómo cayeron a las olas de Océano; pero los otros dos gobernaban entonces sobre los benditos titanes, mientras Zeus, todavía niño y con los pensamientos de un niño, moraba en la cueva Dictea, y los Cíclopes nacidos de la tierra aún no le había armado con el rayo, el trueno y el relámpago, pues estas cosas darían fama a Zeus." ("Argonaútica", Apolonio de Rodas)
Pasión
Tú tienes, para mí, todo lo bello
que cielo, tierra y corazón abarcan;
la atracción estelar ¡de esas estrellas
que atraen como tus lágrimas!;
La sinfonía sacra de los seres,
los vientos, los bosques y las aguas,
en el lenguaje mudo de tus ojos
que, mirándome, hablan;
Los atrevidos rasgos de las cumbres
que la celeste inmensidad asaltan,
en las gentiles curvas de tu seno…
¡oh, colina sagrada!
Y el desdeñoso arrastre de las olas
sobre los verdes juncos y las algas,
en el raudo vagar de tu memoria
por mi vida de paria.
Yo tengo, para ti, todo lo noble
que cielo, tierra y corazón abarcan;
el calor de los soles, ¡de los soles
que, como yo, te aman!;
El gemido profundo de las ondas
que mueren a tus pies sobre la playa,
en el tapiz purpúreo de mi espíritu
abatido a tus plantas;
La castidad celeste de los besos
de tu madre bendita, en la mañana,
en la caricia augusta con que tierna
te circunda mi alma.
¡Tu tienes, para mí todo lo bello;
yo tengo para ti, todo lo que ama;
tú, para mí, la luz que resplandece,
yo, para ti, sus llamas!
José Bonifacio Palacios
1 comentario:
Que blog mas bonito tienes y que guapetón eres en tus identidades, la de Máximo y la de Manuel. Ana
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