y el corazón, déjame libre!
Deja que mis dedos corran
por los caminos de tu cuerpo.
La pasión —sangre, fuego, besos—
me incendia a llamaradas trémulas.
Ay, tú no sabes lo que es esto!
Es la tempestad de mis sentidos
doblegando la selva sensible de mis nervios.
Es la carne que grita con sus ardientes lenguas!
Es el incendio!
Y estás aquí, mujer, como un madero intacto
ahora que vuela toda mi vida hecha cenizas
hacia tu cuerpo lleno, como la noche, de astros!
Déjame libre las manos
y el corazón, déjame libre!
Yo sólo te deseo, yo sólo te deseo!
No es amor, es deseo que se agosta y se extingue,
es precipitación de furias,
acercamiento de lo imposible,
pero estás tú,
estás para dármelo todo,
y a darme lo que tienes a la tierra viniste—
como yo para contenerte,
y desearte,
y recibirte!
Pablo Neruda
2 comentarios:
Guau! Qué modo de iniciar el miércoles... Neruda, siempre Neruda, y esos gritos desesperados reclamantes, suplicantes, demandantes de Amor... Aunque esté diciendo que no lo es, que es deseo... De seguro se lo dice a ella por ese motivo tan especial del misterio... Pero se le siente Amor... Acaso espere que deduzcamos que ese deseo deviene del Amor...
Máximo Décimo Meridio Manuel Carpe Diem... Vaya modo de arrancar mi dia de trabajo!.
Un beso grande.-
No sé que decir, ya sabes que lo hombres funcionamos de manera distinta a las mujeres, hasta para interpretar poesía. La publicación de este poema ha sido premeditada por mi parte. Yo si veo pasión y más pasión por todas partes…
Es la tempestad de mis sentidos
doblegando la selva sensible de mis nervios…
Un beso.
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