(M.D. Meridio).
He dejado las islas Shetland pero no el norte de Escocia. Solo me he movido de archipiélago. Ahora estoy en las Orkney, otro conjunto de islas más cercanas a tierra firme, ya que solo las separan 16 kilómetros del norte de Escocia.
Lo primero que he hecho al aterrizar en el pequeño aeropuerto de Kirkwall, la capital, ha sido ir en peregrinación casi mística a uno de los lugares que más me han hecho soñar en mi vida: Scapa Flow.
Scapa es una gigantesca bahía al sur de las Orkney formada por la curiosa disposición de siete de las islas, que protegen como si fueran brazos de madre amorosa una extensión de aguas poco profundas y tranquilas. Un fondeadero perfecto que fue utilizado por la Royal Navy, la marina británica, como base naval durante las dos guerras mundiales.
Scapa Flow es uno de los mayores cementerios de barcos hundidos del mundo. Algunos de ellos fueron mandados a pique a posta por los británicos en los estrechos que separan las islas para evitar que por allí se colaran barcos o submarinos enemigos.
Pero los pecios más famosos de Scapa Flow son los de los barcos de guerra de la flota alemana hundidos por sus propios tripulantes al final de la I Guerra Mundial. En 1919, el grueso de la flota del Mar del Norte del Kaiser (74 barcos entre acorazados, cruceros y destructores) permanecía retenido en Scapa Flow a la espera de que se firmara el armisticio, el Tratado de Versalles. Pero el 21 de junio, aprovechando una relajación de la vigilancia de sus captores, el comandante alemán ordenó a sus hombres hacer estallar cargas explosivas y hundir la flota entera para evitar que las naves pasaran a manos británicas tras la firma de la paz.
52 de los 74 enormes barcos se fueron al fondo en un suspiro. 52 fantasmas de acero cayeron uno tras otro, como una lluvia de pesadilla, en el fondo oscuro, frío y arenoso de la bahía de Scapa, a unos 35 metros de profundidad.
Los más pequeños fueron recuperados como chatarra. Pero los grandes acorazados alemanes siguen allí abajo, 90 años después, para deleite de los buceadores.
Esta vez no voy a poder bucear aquí (he venido a Orkney con otro cometido) y me he conformado con soñar sentado en esta playa de Scapa en un amanecer de luz viscosa. Pero como MacArthur, me he prometido que volveré.
http://lacomunidad.elpais.com/paco-nadal/posts
4 comentarios:
seguro que merece la pena volver, vuelve y nos lo cuentas.
besitos.
trascendental...así es él.
Un besito.
ese mástil torcido, asomando entre espumas, lo dice todo o casi...
Yo también sueño con Scapa-r. Me ha venido bien el nombre, porque es exactamente en lo único que pienso.
Iba a hacer una pequeña corrección histórica, pero no quiero dejarme llevar por la deformación profesional, así que lo dejaremos tal y como está.
Espero que todo vaya muy bien, bueno para no mentir, sé que es así y me alegro mucho por ello.
Besos
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